Descubre el mundo de Kathy E30 y su BMW clásico.

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5/8/20252 min read

💭 Mi historia con el E30: más que un coche, un compañero de vida

No siempre supe que acabaría detrás del volante de un clásico. La verdad, tardé bastante en decidir qué coche quería. No era algo que me quitara el sueño, y entre risas con amigos, iba mirando modelos sin tener claro qué terminaría conduciendo en el futuro.

Fue a los 16 años cuando llegó el cambio: me compraron mi primer BMW E30. No arrancaba y estaba completamente desmontado. Aun así, algo en ese coche me atrapó. Poco después conseguimos otro E30 para piezas, y tiempo más tarde, un tercero, que es el que conservo hoy. Con esos tres, poco a poco, lo restauré.

Durante la pandemia, cuando casi todo estaba en pausa, aproveché para aprender a conducirlo en la finca de mis abuelos. Allí viví momentos únicos: maniobrando entre olivos, respirando aire libre y disfrutando de algo que sin darme cuenta empezaba a apasionarme. Mi abuelo, eso sí, no estaba tan feliz… se enfadaba cada vez que pasaba por la tierra sembrada o le pisaba las mangueras del riego. Pero yo estaba tan metida en lo mío, que no le hice demasiado caso.

El coche tenía un golpe serio en la parte trasera izquierda; estaba siniestrado. Pero gracias a mi amigo Adrián —un auténtico manitas de la chapa— pudimos repararlo en Retro Garaje. Fue un trabajo lento, pero ver cómo recuperaba su forma fue increíble.

Y cuando por fin estuvo listo, lo primero que hice fue llevarlo a pasar la ITV. Aquel momento, aunque parezca simple, fue muy especial para mí. Era como ponerle el sello final a todo el esfuerzo, como si me dijera: “Ya estás lista para salir a la carretera.”

Desde entonces, mi relación con el E30 no ha parado de crecer. Lo que comenzó como un proyecto casual se convirtió en una pasión inesperada. Restaurarlo no solo me enseñó sobre mecánica; me enseñó sobre dedicación, paciencia y el valor de devolverle la vida a algo que parecía perdido.